Solsticio 2017

Aquí os dejo lo que escribí ya hace casi dos años para conmemorar la noche más larga, aunque en esta ocasión lo escribí unos días más tardes, el 30 de diciembre de 2017:

«Queda muy poquito para que nos deje el 2017. Siempre ocurre lo mismo, todos recordamos lo pasado. Es muy frecuente desear que el año en curso termine para dar paso al nuevo, con la esperanza que nos trate mejor.  Este año he de decir que ha sido difícil y muchos lo habéis vivido corazón con corazón en esa maravillosa danza que bailan los amigos cuando se necesitan. Hemos sufrido la mordida feroz de la injusticia, la despedida excesivamente temprana del compañero, la necesidad de luchar de las valientes para sobrevivir. Este año paso a paso, traspiés a traspiés, risa a risa, llanto a llanto, rezo a rezo, baile a baile, lamento a lamento, canto a canto, hemos vivido. Hemos vivido y hemos crecido. Hemos hecho muchas cosas, porque hay que hacer cosas, esa es la máxima para sentir la vida. ¿Y cómo no? Hemos aprendido. Yo, oyendo a mi amigo Carlos, a través de ese frío cristal que nos separa de Alemania, he aprendido que incluso en las peores circunstancias uno se puede ser un afortunado por tener el apoyo y el cariño de su gente. Este es mi deseo, que vuestra gente siempre este ahí.  De esta forma no habrá mordida, despedida, ni lucha que no puedas superar. Recordad que, desde hace algo más de una semana, los días son cada vez más largos y la luz comienza a reinar de nuevo. La luz me reconforta. Por eso, vuelvo a brindar, como siempre, por la vida, aunque a veces duela.»


La Casería

Aquí os dejo un escrito de hace unos cinco años…

060923-036«Este rinconcito está en el corazón de muchos cañaíllas como yo. En él me bañaba de pequeño, tras un emocionante viaje desde el barrio del Cristo dando tumbos en el motocarro de mi padre. Aún recuerdo la sensación que producía el barro de su playa en mis pies. Más tarde fue un rincón donde hablar, cantar, escribir. Un lugar donde amanecer, donde atardecer, donde trasnochar. Un lugar donde saborear la vida y perder el sentío con esa mujer de ojos negros, o con esos compañeros de ilusiones. Un lugar donde muchos y muchas fabricamos nuestros sueños, un rinconcito donde siempre suena el mar, donde cantan las barquillas, donde se besan los vientos…»

 


Las Sagas Flamencas de Pepe Lamarca

En enero de 2014, la revista Rolling Stone sorprende al mundo de la música llevando en portada a un cantaor flamenco, Camarón de La Isla. La fotografía elegida nos muestra un Camarón joven, en su plenitud, peinado hacia atrás de forma impecable, con una chamarreta nada flamenca, o quizás muy flamenca, el rictus relajado y la mirada perdida. El autor de esta imagen, Pepe Lamarca.

Pepe Lamarca, muy conocido por sus fotografías de grandes artistas flamencos, es un fotógrafo con una amplia trayectoria. Sus inicios, en Argentina, se centran en la fotografía social. Trabaja para varios sindicatos que usaban sus imágenes de trabajos insalubres como pruebas para conseguir mejores condiciones laborales. A finales de los sesenta, conoce a Antonio Gades con quien trabaja en Buenos Aires; este es el primer acercamiento de su cámara al flamenco. Posteriormente, se ve obligado a venirse a España, a principios de los setenta, y al llegar a Madrid retoma su relación con el bailaor. Antonio Gades tenía en esa época un restaurante llamado Casa Gades donde Pepe empieza a trabajar. Por allí paraban mucha gente relacionada con el flamenco, a quienes iba fotografiando. Pero es cuando le encargan la portada de un vinilo para Camarón y Paco de Lucía cuando se enamora del mundo flamenco y comienza a retratarlo con esos ojos ávidos por capturar la esencia. Desde ese momento hasta el día de hoy, son muchos los artistas flamencos que han posado para él, prácticamente todos los grandes. Pero no han sido solo flamencos los que se han prestado a ser inmortalizados por Lamarca, también lo han hecho escritores, poetas, actores, como Octavio Paz, Julio Cortázar, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Luis Escobar o Pepa Flores. De esta última posee un hermoso retrato que encabezó su exposición ¡Viva la Pepa! Cádiz 1812, realizada en Cádiz en 2013.

180730-099-Editar-Editar-Editar

Fotografía de Juan Silva

En la exposición que nos incumbe, Sagas flamencas, el maestro nos muestra 28 instantáneas donde recoge unas quince familias. En ocasiones nos muestra varias generaciones con numerosos miembros; en otras pequeños conjuntos familiares, hermanos, padres e hijo, o bien fotos individuales que agrupa juntas en el espacio expositivo. De una forma u otra, en toda la exposición se refleja el conocimiento que tiene el autor del flamenco y de cómo este tiene como principal núcleo transmisor al entorno familiar.

La uniformidad de las copias no deja de sorprender ya que todas muestran la misma atmósfera, la misma luz, los mismos tonos. Son fotos tomadas en un periodo de 43 años, entre 1973 y 2015. Todas han sido reveladas por las mismas manos, en el cuarto oscuro, envuelto por el olor de los líquidos y oyendo una buena música, tal como cuenta el autor. Sagas flamencas es un conjunto de posados donde se ve la mano del maestro a la hora de colocar a los sujetos para resaltar aquello que le interesa. Esta generalidad tiene tres excepciones: una foto de Camarón, con Ramón de Algeciras y un amigo, que se encuentran charlando; otra, fantástica, donde Sordera, Meneses y Terremoto juegan a los chinos; y por último, una que destaca entre todas por ser, para mi entender, la que menos encaja en su estilo: Terremoto de Jerez sobre un tablao pegándose un pataíta. Pepe presenta al artista en un primer plano, bailando para sus adentros, gustándose, y al fondo las miradas de felicidad del público que, entre risas y admiración, te obligan a centrarte en el protagonista. En definitiva una exposición imprescindible.

Gracias a esta exposición, realizada en La Isla de San Fernando, dentro de la quinta edición de La Isla Ciudad Flamenca, me he vuelto a encontrar con Pepe. He disfrutado durante tres días de su compañía, compartiendo charlas, escuchándolo, aprendiendo. Cuando estás con él, entiendes por qué sus fotos tienen la fuerza que tienen. Tienen la fuerza de la verdad. Menos es más, repite al hablar de fotografía. El maestro, consciente de que sus modelos perdurarán en el tiempo, se esfuerza por darnos una imagen amable del artista. «Ellos al ver la foto tienen que sentirse guapos», comenta.

En uno de esos momentos que compartimos, tomando un vino en un güichi, que es como se llama en La Isla a las tabernas, entre parroquianos que hablaban de sus cosas o que jugaban a las cartas, el maestro cogió su cámara mientras me observaba. Después de estar un tiempo analizando la situación, se dispuso a accionar el disparador. Ni que decir tiene que me sentí abrumado. Sus ojos, sus manos, su mente, buscaban la luz necesaria para sacarme una instantánea. Apoyado en esa barra recordé cuando él me hablaba de Rafael Romero, el Gallina, de su porte señorial y de cómo sabía lucirse ante la cámara. Pensé que indudablemente no estaría a su altura. En ese instante, comprendí que estaba en el mismo sitio donde tantos grandes maestros habían estado: José, Paco, Agujetas, Sordera, los Habichuela… ante el objetivo de Pepe Lamarca, de mi amigo Pepe, del maestro Lamarca. Embriagado por la emoción, lo miré y levanté mi copa.


Solsticio 2016

Aquí os dejo lo que escribí para celebrar el solsticio de 2016:

Hoy he comenzado el día paseando por mi playa. Notando la brisa del tiempo, la brisa de hoy de ayer y de siempre. Oyendo el latir de las olas, con ese latir salado que siempre ha movido mi corazón. Sintiendo el crujir de la arena húmeda de bajamar. Paseando por mi playa, que es tu playa, he recordado los tiempos pasados. Aquellos años en que la juventud nos daba el valor para saltar una tapia y bañarnos entre misiles. Aquellos años en que nuestra playa era absolutamente solitaria. El tiempo ha pasado, algunas cosas han cambiado. Pero en nuestra playa, tú playa, mi playa siguen rompiendo las olas despeinándose contra el viento. El sol se sigue reflejando sobre las aguas escurridizas de la orilla. La silueta del castillo sigue siendo firme y eterna. Y recordando a Melkart le pido a todos los dioses que os brinde un año lleno de vuestros mejores deseos. Os quiero.


Maruja

Ilustraciones Juan Silva 2018_14-Editar

Ilustración de Ana Triano

La última vez que la vi, escuchaba el toque de una guitarra. Sus ancianos ojos miraban las cuerdas con melancolía. Entre imágenes borrosas, vislumbraba un antiguo güichi donde un tocaor recogía el cante que Chururú hacía por cantiñas. Entre esos retales de recuerdos, Maruja revivió la mirada del cantaor incitándola a bailar. Sintió como su adolescente corazón palpitaba a compás cuando se plantó en medio y alzó los brazos…

Mientras ella evocaba el pasado en su butacón, yo la veía acariciar el aire con una mano y con la otra remover su refajo con gracia. Emocionado, lloré pa mis adentros.


Desconcierto

Ilustraciones Juan Silva 2018_13-Editar

Ilustración de Ana Triano

Nunca creyó en los viajes en el tiempo, pero allí estaba. Desde bambalinas veía en el patio de butacas lidiar un novillo. No daba crédito. Un momento antes oía en casa una vieja casete de flamenco.

Ahora un forzudo y un trapecista aparecían en el escenario. «¿Qué hago aquí?». Mientras cavilaba, un melodioso cante por tangos lo engatusó. El cantador le resultaba familiar, el bigote, el corbatín… «¡La cena!». Aturdido oyó unas montañesas flamencas a lo lejos y reconoció a José. «¡La cena se enfría!». Despertó en el sofá con su cinta del Niño de La Isla entre las manos.


A través del tiempo

Aquí os dejo un microrrelato que escribí para el número 13 de la revista LA FRAGUA, recordando a María Borrico:

María se dejaba oír en una venta junto al puente. Allí fue donde la descubrí. Una noche, mientras la sentía derrochar su poderío por cabales, me entregué a mis recuerdos. Mi infancia en la salina, el calor, el viento, el olor salado, el tacto de aquella borrica con la que iba y venía acarreando sal, de sol a sol, sin descanso. ¡Qué fuerza la de ese animal!, ¡qué tenacidad! Un quejío hondo interfirió en mis pensamientos y grité, asombrando a los presentes, ¡cómo canta la borrica! Ella cantaba aquello de “[…] yo er sentío pierdo” mientras su mirada atravesaba el tiempo.

Ilustraciones Juan Silva 2018_9-Editar

Ilustración de Ana Triano


Tacón de los cabales

«Dedicado a Carlos Rey y Jesús, Topúlic,
porque sin ellos nada de esto hubiese sido posible.
Aunque por mor del destino no pudieron estar.»

En esta exposición, os presento un conjunto de fotos realizadas el 21 de mayo de 2017 en el Real Carenero durante la grabación del vídeo Tacón de los cabales realizada por Bosque de Musas.

Este vídeo es la suma del trabajo, el arte y la creatividad de un conjunto de artistas. Todo comienza cuando Carlos Rey piensa que sería interesante tener un tema dedicado a Camarón para su aniversario. Juan Antonio Iglesias, Trysko lo compone. María la Mónica y Adriano Lozano lo graban. Inma Caña propone hacer un baile colectivo y Antonio Mota, cómo no, empieza desde ese momento a ver cómo y dónde grabarlo. Chico Cárdenas sugiere el Real Carenero como espacio para el acto. Chico Javier convence al maestro Canales para que realice una coreografía. Esta coreografía se pasa a todas aquellas academias interesadas. Las fragüeras se ponen en manos de Inma López e Inma Caña, que hacen bailar a un grupo mujeres entre las que se encontraban algunas que no lo habían hecho en su vida. Milagros Rodríguez diseña un delantal que se ha convertido en una de las imágenes señeras de La Fragua. Sí, señores, lo que se vivió ese día en el Real Carenero fue una verdadera obra coral. Y todas las personas mencionadas hasta ahora, todas, son fragüeras. ¡Ole por vosotros!

Ese día llegó y el equipo de trabajo aumentó: cámaras, drones, fotógrafos, gente encargada de la infraestructura y la intendencia. Ese día la familia creció. Por allí estaban Ignacio Escuín, Emma Sánchez Arca, Juan Antonio Quignón, Juan Antonio Sánchez, Julio Junquera, Carmen Mateos… y tantos, que seguro me olvido de muchos. Y, cómo no, las bailaoras. Mejor dicho, las bailaoras y algunos bailaores, cuatro o cinco. Los chavales y chavales de UPACE con sus monitores, las academia de Carmen y Mª José Peña, Virginia y Verónica Vélez, Mariza Sanz, Mariló González, David Nieto, Lucía Moreno, Raúl el Bule, Pepa y Sonia Peña y las fragüeras.

Ante todo este arte derrochado, las instantáneas que aquí les presento no son más que una gotita de ese mar de emociones que para todos nosotros supuso ese día.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.


Solsticio de 2015

En estos días todo el mundo hace alarde de su bondad. Todos sacamos nuestra cara más amable y deseamos a todos los demás multitud de bendiciones.

Pues yo NO voy desearle felicidad a TODO el mundo.

Hoy me quiero dirigir SOLO a esas personas que día a día intentan hacer felices a los que le rodean.

Aquellos que creen que las cosas pueden ser de otra manera, los soñadores.

Los que te brindan la mano cuando necesitas apoyo, los solidarios.

Los que te regalan un abrazo cuando estas desolado, los comprensivos.

Los que te sonríen para endulzar tu tristeza, los optimistas.

Los que sufren cuando tú sufres, los empáticos.

En definitiva, los que hacen que nuestras nubes negras se disipen.

A todos estos seres imprescindibles quiero decirles que de mayor quiero ser como ellos.

Y que les deseo que ojalá que les vaya bonito, ojalá que se acaben sus penas.

A los demás, los sanpamí, los uraños, los intolerantes, los insolidarios, los rencorosos, los indolentes, y los que por lo que sea todavía no somos así. A todos estos no me apetece desearles felicidad. Les deseo que cambien, que aprendan a pensar en los demás, que olviden los errores ajenos, que empatizen con los que sufren, que disfruten fundiéndose con los que le rodean, que lloren y rían al ritmo de su gente. Que vivan al compás de sus látidos. Si el destino les concede este deseo, solo si esto ocurre, serán felices.

Y ahora, para celebrar que comenzamos otra vuelta al sol, levanto mi copa y brindo por la vida… aunque a veces duela.


Magia

Escrito en la primavera de 2007.

«Tras un paseo por la playa, por esa playa tan mía, esa playa en la que tantos cañaíllas hemos vivido momentos inolvidables, me encuentro nuevamente con la magia. Esa magia que hace ver cosas imposibles de entender. La magia que pinta el cielo de colores inexistentes. La magia que te hace desear que esos segundos sean eternos. La magia de un nuevo atardecer.»